Quizá Hong Kong no es estrictamente democrático pero sus habitantes disfrutan de amplias libertades, prosperidad económica y seguridad jurídica como en ningún otro lugar de Asia. Por tanto, ¿por qué parte de la población ha tomado las calles y se ha sumado a un movimiento de desobediencia civil? ¿Por qué es tan importante el sufragio universal directo que reclaman? La razón es sencilla: creen que sólo eligiendo a sus propios gobernantes podrán blindarse frente a las constantes interferencias del gobierno de Pekín en la antigua colonia británica.
Las protestas brotaron en cuanto Pekín confirmó que autorizará el sufragio en 2017 pero sólo con el escrutinio previo de los candidatos. Con ello, lo que el gobierno chino trata de impedir es que un sistema de voto libre y directo lleve a la elección de un jefe ejecutivo que,eventualmente, haga una política que de algún modo suponga un desafío para el gobierno de Pekín. Sin embargo, el descontento no es nuevo. Viene cociéndose desde hace años ante la percepción existente en las filas del bloque democrático de que el régimen comunista está sutilmente interfiriendo en asuntos que, según el acuerdo de retrocesión de la soberanía de Hong Kong entre chinos y británicos, son de su competencia exclusiva.
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