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martes, 26 de mayo de 2015
EL INFIERNO DE ARANZAZU Y SU ACOSADOR
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URGENTELa investigación contra la FIFA se centra en la Concacaf. Hay al menos seis detenidos en Suiza.
MADRID
El joven se negó a hacer terapia
El infierno de Aranzazu y su acosador
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Ella era 'reservada y muy callada', él 'fue acosado cuando estaba en Primaria'
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Los profesores del Ciudad de Jaén cuentan su historia desde dentro
Cartel en recuerdo de Aranzazu en su instituto.
Cartel en recuerdo de Aranzazu en su instituto. Olmo Calvo
PEDRO SIMON Madrid
Actualizado:27/05/2015 03:02 horas
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Tenía 16 años de los difíciles, un mascarón de proa de niña introvertida, un retardo en la respuesta y una disfunción muy ligera: si no te fijabas mucho, si no te lo contaban, si no sacabas la lupa, casi ni te enterabas de que la chica de 3º de ESO arrastraba un pequeña discapacidad.
Aranzazu hablaba más lento que el resto, como dándose tiempo para pensar. No era de contar mucho. Y cuando al fin lo hizo -un día, en casa, como en un estallido inesperado- fue para explicar muchos silencios previos.
«Amigos casi no tenía, esa es la verdad. No hablaba mucho. Era ciertamente reservada. Al principio del curso era muy callada. Pero poco a poco fue mejorando. Después de las vacaciones de Navidad, vimos que había pegado el cambio. Se tiñó media melena de rosa, contestaba a las bromas de los demás. Y yo pensé que todo aquello era una buena señal».
Nos lo cuentan varios profesores del IES Ciudad de Jaén (Madrid) que prefieren ocultar sus nombres.
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-¿Qué le hacía el acosador?
-Le pedía dinero, estaba encima suya todo el rato, le insultaba por las redes, le llamaba guarra... Hay quien dice que le obligaba a hacerle los trabajos... Lo que está claro es que los profesores no vimos nada de esto. Porque si no, como comprenderás, habríamos actuado. Sólo lo supimos a raíz de la denuncia.
-¿Cómo empezó todo?
-El de Arantxa [el docente la llama Arantxa] es un asunto complicado... Mira, para mí no es agradable hablar de esto. Yo le daba clases. Es como remover la mierda.
Y es verdad.
Con el suicidio de la alumna, en el instituto se ha enmierdado todo: ayer mismo unos familiares de una alumna amenazaron a los profesores del centro; la Administración trata de meterle el agua en casa al Ciudad de Jaén; hay grupos de WhatsApp de madres que están acusando fuenteovejunamente a una tercera alumna que no tiene nada que ver; en Orcasitas, nos dicen, el chico implicado es ahora «un asesino para todos»; y, lo que es peor, Arantxa [o Aranzazu, ahora da igual] ya no va a volver al aula de 3º D.
Los docentes señalan que -con el foco de la prensa encima, con la entrada a las instalaciones como un plató- el asunto tiene derivaciones grotescas. Como cuando el viernes de la muerte de la adolescente la Comunidad de Madrid «le dijo al director que no se preocupara de nada, porque el centro había actuado bien. Pero que no hablara nada con los medios porque el domingo había elecciones».
De fondo, en un segundo plano (o quizás en el primero,) está la historia del acosador acosado.
Según el relato de los alumnos que van desfilando estos días por delante de los mayores como en una rueda de testigos, el chaval que le hizo la vida imposible a Arantxa había sufrido «episodios de violencia escolar» antes de recalar en el instituto, en su etapa anterior en el colegio.
«En Primaria fue acosado. Esa es la historia que iba por ahí contando el supuesto culpable y en ello coinciden los chavales con los que se está hablando. No era muy bien tratado por los demás cuando era pequeño, digamos. Lo que nosotros hemos vivido aquí es que ha tenido muchos percances con los compañeros. Reacciones violentas mucho más allá de lo normal».
Si el viernes Arantxa se levantó por última vez de la cama, si ese mismo viernes se despidió de sus pocas amigas por las redes sociales, si aquel día día se lanzó después al vacío desde un sexto piso, fue por el infierno que ha sido esta primavera.
Un día fue el agua que le tiró encima, otros fueron los mensajes con la palabra «puta», otro fueron los golpes. Hay un tic de rapiña en la secuencia: el chico le exigió a Arantxa 50 euros. Y la chica -sin contarlo- se puso a hacerle las tareas a una vecina mayor para recopilar el dinero.
«Se le pidió que devolviera los 50 euros. Los padres del supuesto acosador vinieron cuando fueron llamados por la orientadora», explica un profesor. «Estaban destrozados. No estaban a la defensiva, como otros, sino que pusieron todo de su parte para tratar de solucionar el problema».
El expoliador estuvo 10 días apartado del resto de los alumnos. Salía al patio cuando no había nadie. Con el protocolo del centro ya en marcha, se le propuso que acudiera a terapia psicológica. A lo que se negó. Por eso le propusieron a la Administración regional el cambio de centro.
Por entonces Arantxa «ya no miraba al suelo». Esperó. Hasta el viernes esperó. Luego vino el salto.
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